Jamas olvidare mi primer encuentro con un prisionero ruso, que me conto que era
ingeniero. Le pregunte si creia en Dios. Si me hubiera dicho "No", no me habia
importado tanto, puesto que cada hombre tiene el derecho de creer o de no creer.
Pero ante mi pregunta si creia en Dios, levanto sus ojos sin comprender y me
respondio, "Mis superiores militares no me han dado ninguna orden para creer. Si
tuviera una orden, creeria". Las lagrimas corrieron por mis mejillas, y
senti como si el corazon se destrozara dentro de mi. Alli, frente a mi, habia un
hombre cuya mente estaba muerta. Uno que habia perdido el don mas preciado que Dios concede al ser humano: tener su propia personalidad... esto era un ruso
tipico despues de tantos años años de dominacion comunista... prometi a Dios
dedicar mi vida a esos hombres para ayudarles a recuperar su personalidad y
llevarles a la fe en Dios y en Jesucristo. No necesite ir a Rusia para alcanzar
a los rusos. A partir de 23 de agosto de 1944, un millon de soldados rusos
entraron en Rumania, y poco despues los comunistas llegaron al poder en nuestro
pais. Entonces comenzo la horrenda pesadilla ante la cual el sufrimiento bajo el
Nazismo parecia poca cosa...Tomado de Capitulo 1: Mi Ministerio con los Rusos
